Llegados a este punto, es necesario dejar de teorizar para pasar a la acción.
Hemos de asumir que no hay ninguna contraseña, ninguna receta hacia el éxito,
pero sí podemos valernos de ciertos criterios de actuación. Contemplamos dos
líneas: partir de lo fácil a lo difícil, propio del hemisferio izquierdo, o
partir de la totalidad, propio del hemisferio derecho.
Los criterios de actuación serían: introducir
conceptos partiendo de experiencias prácticas, utilizar explicaciones generales
cortas, profundizar individualmente de forma personalizada, no pedirles a los
alumnos lo que no son capaces de hacer, proporcionarle el máximo de referencias
sobre obras y realidades, crear un ambiente distendido en el aula, tanto físico
como psicológico, y que el profesor sea capaz de respetar las distintas
personalidades y opiniones con las que habrá de tratar.
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